¿Cómo tres tipos con pinta de palomazos pueden ser capaces de ser tan cafres y facturan música tan, pero tan, bestia (y no apta para todos los paladares)? La respuesta la tendrá Steve Albini, ya que lo de Big Black fue idea suya y sólo suya. Aunque es cierto que Santiago Durango y Jeff Pezzati también tiene algo que decir. Los bajos maníacos del segundo (que a servidor le parecen muy funkies, adelantándose al crossover) y los arreglos de guitarra del primero fueron tan fundamentales para el desarrollo del sonido de Big Black como la idea primigenia de Albini. Headache (1.987) fue su primera referencia después de Atomizer (1.986), su debut en LP y el álbum con el que fueron aceptados, tras varios EP, por la comunidad punk. Como en muchas de sus grabaciones, la polémica llegó ni bien apareció: la primera tirada venía envuelta en una bolsa para cadáveres y la portada presentaba la foto real de la cabeza de un suicida (por escopetazo). Las cuatro canciones son puro Black Flag, guitarras afiladas, bajos compulsivos y Roland (la caja de ritmos que usaban en vez de batería) marcando machaconamente el ritmo. A Albini y compañía no les terminó de gustar el resultado, e incluyeron una pegatina que rezaba «no es tan bueno como Atomizer, no tengan demasiadas expectativas». Pues a mí me parece un flipe, oigan.
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